Date: Tue, 19 May 1998 09:19:08 -0500 From: "p.n.m."Subject: Col.: Comunicado de Justicia y Paz sobre allanamiento de que fue victima COMUNICADO A LA OPINION PUBLICA, DE LA COMISION INTERCONGREGACIONAL DE JUSTICIA Y PAZ, SOBRE LOS HECHOS OCURRIDOS EL 13 DE MAYO DE 1998 La Comisi—n Intercongregacional de Justicia y Paz, consciente de que muchos sectores de la opini—n pœblica esperan su propia versi—n y an‡lisis de los hechos ocurridos el pasado miŽrcoles 13 de mayo, cuando su sede fue allanada por miembros del EjŽrcito y de la Fiscal’a, quiere manifestar a ese respecto lo siguiente: 1. Ante todo agradecemos las manifestaciones de solidaridad y de firme repudio a este atropello, por parte de las m‡s altas jerarqu’as de nuestra Iglesia Cat—lica, por parte de representaciones diplom‡ticas acreditadas ante el Gobierno de Colombia y por parte de numeros’simas entidades y personas, tanto de Colombia como de muchos pa’ses del mundo. 2. Suscribimos en su totalidad el comunicado emitido por Monse–or Alberto Giraldo Jaramillo, Arzobispo de Medell’n y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, quien luego de recibir y evaluar la informaci—n pertinente, denunci— con valent’a y firmeza las violaciones a la Constituci—n y a las leyes vigentes que all’ se produjeron; demand— al Gobierno y a la Fiscal’a las explicaciones m‡s fundamentales y se–al— las responsabilidades de las consecuencias que de estos hechos se pueden seguir. Igualmente nos identificamos con el comunicado emitido por la Junta Directiva Nacional de la Conferencia de Religiosos de Colombia, a la cual pertenecemos y con cuyos criterios y principios trabajamos. 3. Luego de reunirnos para reconstruir los hechos, paso por paso, y para tratar de leer sus significados a travŽs de las actuaciones, comportamientos y expresiones de quienes practicaron el allanamiento, as’ como a travŽs de algunos antecedentes y de elementos del contexto nacional e internacional, hemos ido esclareciendo varios elementos que la opini—n pœblica debe conocer: A) ÀC—mo se desarrollaron los hechos? En el allanamiento, iniciado de hecho a la 1:00 P.M. aunque judicialmente a la 1:25 P.M. del miŽrcoles 13 de mayo, participaron la Fiscal Consuelo Monta–ez o "Diamante 48", perteneciente a la "Unidad de Terrorismo" de la Fiscal’a Regional de Bogot‡, unos 20 miembros de las fuerzas militares pertenecientes a la "Agrupaci—n de Fuerzas Especiales" (que reune a oficiales de las diversas armas, fundada con ocasi—n de los hechos del Palacio de Justicia en 1985) y miembros del Cuerpo TŽcnico de Investigaciones de la Fiscal’a General de la Naci—n. Otros miembros de las fuerzas militares, cuyo nœmero no fue posible establecer, controlaron los alrededores de la casa. Los militares se presentaron sin ninguna identificaci—n visible, portando cada uno varias armas, de corto y de largo alcance, Žstas dotadas de miras con rayos infrarrojos, con abundante munici—n, con chalecos antibalas y con modernos aparatos de comunicaci—n incorporados a su vestimenta, a travŽs de los cuales se estuvieron comunican-do con mandos militares de alta graduaci—n. Fue evidente la presencia de varios militares en trajes civiles que tuvieron papel directivo en el allanamiento. No hubo presencia de miembros del Ministerio Pœblico. Cuando lleg— un delegado de la Procuradur’a, enviado por el Se–or Procurador General de la Naci—n a petici—n de organizaciones no gubernamentales, ya eran las 3.30 P.M. y la diligencia se hab’a dado por terminada. Antes se le hab’a negado la entrada al delegado de la Defensor’a del Pueblo, quien se hab’a identificado plenamente, as’ como a la delegada de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en violaci—n al Acuerdo suscrito entre la ONU y el Gobierno colombiano el 29 de noviembre de 1996 (art. 7, lit. c y g). TambiŽn se le neg— la entrada al delegado de la Conferencia Episcopal de Colombia, quien deb’a estar presente por tratarse de una entidad de la Iglesia Cat—lica. Dada la arquitectura de la casa-sede de nuestra Comisi—n, el operativo tom— caracter’sticas diferentes en las diversas ‡reas del inmueble: los militares tomaron posesi—n y control de todas las instalaciones, pero concentraron sus principales efectivos en el ‡rea destinada al Proyecto NUNCA MAS, que guarda la memoria de los Cr’menes de Lesa Humanidad. En dicha ‡rea, que solo fue visitada de paso por la Fiscal, los militares agredieron a las tres personas que all’ se encontraban, quienes trabajan en la documentaci—n y digitaci—n de casos; las obligaron a ponerse de rodillas mientras apuntaban sus armas contra ellas, les sustrajeron sus documentos de identidad, las sometieron a exhaustivos interrogatorios, las trataron en todo el tiempo de "guerri-lleros" y las filmaron minuciosamente. Sin control alguno de la Fiscal, los militares revisaron y leyeron documentos, abrieron computadores y filmaron sus contenidos, sin que tales filmaciones fueran entregadas a la Fiscal, aœn m‡s, Žsta neg—, al final de la diligencia, saber lo que hab’a ocurrido en esa ‡rea y afirm— que no asumir’a ninguna responsabi- lidad sobre las actuaciones de los militares. Todos los comentarios hechos por los miembros de las fuerzas militares durante la diligencia evidenciaron que su interŽs primordial era llevarse los archivos magnŽticos que conten’an informaci—n relativa a masacres, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y torturas. Sus expresiones revelaban que sab’an muy bien cu‡l era la informaci—n que all’ se guardaba y mostraban deseos desbordados de apoderarse de ella. Incluso manifestaron conocer de antemano a las personas que trabajaban en dicha ‡rea, con sus nombres y residencias, y sus actitudes, movimientos y expresiones, mostraban que conoc’an tambiŽn de antemano los —rdenes de informaci—n que guardaba cada computador. Las filmaciones hechas por los militares se concentraron en documentos de denuncia, algunos escritos en papel, otros llamados a las pantallas de los computadores, como tambiŽn en los c—digos y thesauros mediante los cuales se sistematizan los datos, y en la estructura arquitect—nica de la casa, con el fin, segœn ellos mismos lo manifestaron, de "hacer una maqueta de la misma". Entre tanto, en otras ‡reas de la casa la Fiscal y algunos miembros del Cuerpo TŽcnico de Investigaciones de la Fiscal’a revisaban lentamente, y sin mostrar mucho interŽs en lo que hac’an, otros archivos f’sicos y magnŽticos. En tres ocasiones, agentes del CTI manifestaron a miembros de Justicia y Paz que estaban en la sede, que el operativo era propiamente de los militares y que su presencia all’ como miembros de la Fiscal’a ten’a como objetivo el evitar que los militares cometieran excesos. La impresi—n generalizada que qued— en quienes estaban en la sede, fue la de que los miembros de la Fiscal’a cumpl’an formalidades inocuas en algunas ‡reas de la casa, mientras hac’an tiempo para que los militares cumplieran sus objetivos primordiales en el ‡rea del Proyecto NUNCA MAS. B) ÀQuŽ motiv— el allanamiento? Tras el an‡lisis y evaluaci—n de todo lo ocurrido, nos preguntamos quŽ motiv— el allanamiento; cu‡l era el real objetivo del mismo, pues al confrontar las explicaciones dadas por la Fiscal, por los miembros del CTI y por los propios militares, encontramos contradicciones evidentes: 1. La Fiscal, al llegar, se–al— que el allanamiento obedec’a a informes de inteligencia militar, segœn los cuales, en dicho inmueble "hab’a un arsenal, explosivos y propaganda del ELN". 2. Luego, al dar inicio formal a la diligencia, la Fiscal ley— en reiteradas ocasiones al personal que se encontraba en el primer piso del inmueble, el INFORME DE INTELIGENCIA, en el cual se afirmaba que "se estaba buscando a dos personas que frecuentaban la casa desde agosto de 1997" y se hac’a tambiŽn referencia a "la constante visita de estudiantes de la Universidad Distrital que pertenecen al grupo 'Poina' que es un grupo urbano del ELN creado para desestabilizar al Gobierno e interrumpir las elecciones presidenciales". 3. Al dar lectura a la RESOLUCION de allanamiento, la Fiscal afirmaba que el allanamiento se hab’a fundado en un informe de inteligencia de la XIII Brigada, segœn el cual, "en la casa localizada en la calle 36 No. 15-39, de fachada crema, hay unos computadores con documentaci—n secreta perteneciente al ELN y donde se cree que tambiŽn hay volantes y material subversivo de distribuci—n", motivo Žste relacionado con la presencia, desde el inicio del allanamiento, de tŽcnicos del CTI expertos en sistemas, y con la posterior petici—n telef—nica de la Fiscal, de que le fuera enviada una comisi—n de apoyo, pues "hab’a muchos computadores en el inmueble". 4. Las versiones transmitidas por miembros del CTI, en diversos momentos y a distintas personas que estaban en la sede durante el allanamiento, converg’an en que su presencia all’ obedec’a a acompa–ar el operativo militar y a procurar evitar desmanes o atropellos por parte de los miembros de las fuerzas militares. Estas versiones son coherentes con el desempe–o descuidado y superficial de sus acciones durante toda la diligencia y con una expresi—n expl’cita de la Fiscal, quien manifest—: "tengo un apoyo en el cual no puedo confiar". 5. De igual forma, en diversos momentos y ante distintas personas que se encontraban en el inmueble, tanto los militares uniformados como los que llevaban trajes civiles, se–alaron que el prop—sito del operativo militar era apoderarse de archivos con informaci—n sobre masacres, asesinatos, desapariciones y torturas, archivos "que eran financiados por el ELN". En sus palabras textuales: "vinimos por esta informaci—n y no nos podemos ir sin ella". 6. Finalmente, segœn el bolet’n de prensa de la Quinta Divisi—n del EjŽrcito Nacional, fechado el 14 de mayo de 1998, "tropas de la DŽcimotercera Brigada realizaron operativos de control militar (retenes, patrullajes, allanamientos y presencia) con motivo del asesinato del Se–or General Fernando Landaz‡bal Reyes ... en desarrollo de los cuales se adelant— el allanamiento y registro al inmueble localizado en la calle 36 No. 15-39". A partir de estos elementos tan contradictorios, Àcu‡l es nuestra interpretaci—n? * Siendo tan claro que el allanamiento respond’a a un interŽs del EjŽrcito Nacional y particularmente de su XIII Brigada, la cual est‡ hoy d’a comandada por el General Rito Alejo Del R’o, no podemos dejar de tener en cuenta las dif’ciles relaciones que nuestra Comisi—n de Justicia y Paz tuvo con dicho General cuando ejerc’a la comandancia de la XVII Brigada con sede en Carepa, Urab‡, a ra’z de las reiteradas denuncias que tuvimos que hacer sobre las graves violaciones a los derechos humanos por parte de las unidades a su cargo y sobre sus evidentes relaciones de apoyo y patrocinio con el paramilitarismo de la regi—n. * Tampoco podemos dejar de tener en cuenta que ha habido otros documentos confidenciales de inteligencia militar, hoy ampliamente conocidos, donde se rese–a a la Comisi—n de Justicia y Paz en tŽrminos como los siguientes: "Dirigida por el sacerdote Javier Giraldo Moreno, es activa part’cipe en la guerra jur’dica, ocup‡ndose de impulsar los casos que contra oficiales de las fuerzas militares se presentan en la Fiscal’a y en la Procuradur’a. Cuenta con una red internacional de ONGs similares. Recientemente uni— su banco de datos al del Cinep. Es especialmente activa en la promoci—n de la guerra jur’dica, especialmente en zonas de influencia del ELN". (Documento "La Diplomacia de la Subversi—n", del Centro de An‡lisis Sociopol’ticos. Conferencia dictada por Miguel Posada, octubre de 1996, actualizada en julio de 1997). Igualmente el documento "Organizaciones No Gubernamentales y Derechos Humanos", elaborado por los oficiales retirados del EjŽrcito: General Manuel Jaime Guerrero Paz, Mayor General Juan Salcedo Lora, Brigadier General Adolfo Clavijo, y por los ingenieros Miguel Posada y Carlos Sierra, publicado en noviembre de 1997, hace reiteradas referencias a nuestra Comisi—n Intercongregacional de Justicia y Paz, as’ como a otras organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, calific‡ndolas como agentes de la subversi—n "mediante el ataque sistem‡tico al Estado de Derecho y a la vez mediante el apoyo directo o indirecto a la guerra pol’tica y militar que se desarrolla". Llama particularmente la atenci—n, en esos documentos, la reiterada calificaci—n de toda actividad de defensa de los derechos humanos como "guerra jur’dica" o "guerra pol’tica", con lo cual se termina por desconocer el car‡cter civil de dichas actividades y organizaciones, para presentarlas como "actores de guerra" u "objetivos militares". Es evidente, por lo tanto, a nuestro entender, que el allanamiento respond’a a un interŽs expl’cito del EjŽrcito Nacional, y particularmente de la XIII Brigada, de apoderarse de los archivos que guardan la memoria de los Cr’menes de Lesa Humanidad, calificando dichos archivos como "material subversivo"; de criminalizar la denuncia de las violaciones a los derechos humanos por parte de la fuerza pœblica; de estigmatizar la actividad leg’tima, legal y humanitaria de nuestra Comisi—n de Justicia y Paz en defensa de las v’ctimas y, en general, de satanizar la solidaridad con las v’ctimas de tanto crimen, calificando la bœsqueda de la verdad, la bœsqueda de la justicia, la solidaridad con las v’ctimas y la salvaguarda de su memoria, como "acci—nes de guerra" y como "actividades subversivas". Nos preguntamos: Àpor quŽ tanto temor de los militares a la memoria de las v’ctimas? No han escapado a nuestra reflexi—n dos recientes acontecimientos: por una parte, el asesinato, en Guatemala, de Monse–or Juan Gerardi Conedera, obispo responsable del proyecto Recuperaci—n de la Memoria Hist—rica -REMHI-, justo al d’a siguiente de ser entregados a la opini—n pœblica los cuatro volœmenes que guardan la memoria de los cr’menes de lesa humanidad perpetrados en ese pa’s; y por otra parte, el asalto a la sede de las familias de los desaparecidos de Argentina, con el prop—sito de desaparecer los archivos que dan cuenta de los hechos y de los responsables de m‡s de 30.000 cr’menes. C) En contrav’a de la Ley Los elementos anteriores nos llevan a evaluar en quŽ medida fueron respetadas la Constituci—n y las leyes. * Como ya lo consign— el Presidente de la Conferencia Episcopal en su comunicado, los tratos inhumanos y degradantes a que fueron sometidos los operarios que se encontraban en el ‡rea del Proyecto NUNCA MAS, constituyen afrentas a la dignidad humana y violaciones al art’culo 12 de la Constituci—n Nacional, as’ como de mœltiples tratados internacionales de Derechos Humanos suscritos y ratificados por Colombia. * La actuaci—n de las fuerzas militares durante el allanamiento, al hacer interrogatorios, revisar documentos, abrir computadores, filmar sus contenidos, elaborar maquetas f’lmicas de la sede, grabar las im‡genes de quienes fueron interrogados y de las personas que se hicieron presentes frente a la sede, fue abiertamente violatoria de los art’culos 113 y 116 de la Constituci—n, donde se establece la separaci—n de poderes y se proh’be a las autoridades administrativas adelantar la instrucci—n de sumarios. Es violatoria igualmente del art’culo 310 del C—digo de Procedimiento Penal que se–ala cu‡les son los servidores pœblicos que pueden ejercer funciones de polic’a judicial. * Estos procedimientos que se sitœan fuera y en contra de la ley, fueron m‡s graves aœn al actuar las fuerzas militares sin la identificaci—n que de acuerdo a la Ley deben portar, lo que los convierte en agentes an—nimos que gozan de condiciones objetivas para ocultar o eludir su responsabilidad. * Aœn m‡s grave e ilegal fue su proceder al realizar sus il’citos con prescindencia del control de la Fiscal, quien se present— como responsable de la diligencia de allanamiento y explic— que hab’a solicitado la presencia de los militares "como apoyo", ante la eventualidad de que all’ se ocultaran miembros de grupos armados, pero quien al final de la diligencia se declar— "no responsable" de lo que hubiesen hecho los militares. * Todo esto nos plantea graves interrogantes sobre el papel jugado por la Fiscal’a. La lectura integral de todos los comportamientos y expresiones expl’citas de quienes participaron en el allanamiento, nos evidenci— que la Fiscal’a cumpl’a conscientemente un papel "de fachada" o de "Caballo de Troya", tendiente a cubrir con apariencias de acci—n judicial un operativo militar que ten’a objetivos inconfesables, toda vez que carec’an de toda juridicidad y eran violatorios de mœltiples derechos y normas. No solo es claro en nuestro ordenamiento constitucional que las fuerzas militares no pueden intervenir en la rama judicial -si se exceptœa la Justicia Penal Militar, prevista taxativamente para juzgar a militares por delitos cometidos en el desempe–o de su oficio- sino que cualquier filosof’a jur’dica se basa en el principio de la imparcialidad, y nada m‡s ajeno a la imparcialidad que el accionar de agentes o instituciones relacionados estructuralmente con la lucha armada o el manejo de armas. * Pero si ya es extremadamente grave que la Fiscal’a sea manipulada de esa manera o que se preste para servir de fachada o para cubrir acciones a todas luces contrarias a la ley, es m‡s grave aœn que admita como procedimiento legal el sustentar acciones como allanamientos o detenciones en "informes de inteligencia" que no son sometidos a la m‡s elemental de las verificaciones, como ser’a la de enterarse al menos de quŽ entidad funciona en el sitio denunciado. La Fiscal afirm— repetidas veces que "ignoraba" que all’ funcionara una organizaci—n no gubernamental de derechos humanos o una entidad de la Iglesia, mientras militares y agentes del CTI preguntaban, al entrar, a varios de los moradores de la sede, "si la casa era de los jesu’tas", y mientras le’an en la puerta y en todas las paredes el nombre de Justicia y Paz. M‡s extra–o aœn es que al final del operativo la misma Fiscal afirme que "suspendi— la diligencia al descubrir que se trataba de una ONG", cuando quienes la recibieron identificaron con nombre, objetivos y actividades a la entidad cuya sede se dispon’a a allanar. No es la primera vez que nuestra Comisi—n censura los "informes de inteligencia" como fundamento de actuaciones judiciales. En nuestro acompa–amiento a centenares de v’ctimas de violaciones a sus derechos fundamentales, hemos sido testigos de c—mo los "informes de inteligencia" son una fuente inagotable de arbitrariedades e injusticias. La explicaci—n es que estructuralmente se prestan para ello: agentes formados para combatir y que concentran en su esp’ritu el odio y la emotividad del combatiente, elaboran acusaciones contra sus supuestos enemigos ideol—gicos o contra quienes denuncian sus conductas il’citas, de quienes fabrican "contendores bŽlicos", sin necesidad de hacerse responsables de sus acusaciones, puesto que Žstas, o no son piezas procesales, o lo son pero con el amparo del anonimato. Si acusaciones as’ elaboradas no son sometidas a serios procesos de verificaci—n antes de causar da–os irreparables a las personas o entidades se–aladas, es evidente que tal procedimiento no tiene sustento alguno de legitimidad y es absolutamente repudiable como mecanismo judicial. Queremos solicitar a la Fiscal’a que reflexione sobre la utilizaci—n de procedimientos tan absurdos con miras a eliminarlos de sus pr‡cticas, al mismo tiempo que le exigimos que al autor de tan fantasioso "informe de inteligencia" se le haga responsable del da–o que caus— y se le exija repararlo. * Tanto la Fiscal’a como el Comandante en Jefe de las Fuerzas Militares, esto es, el Presidente de la Repœblica, son responsables en adelante de consecuencias muy graves que estos hechos pueden tener, y m‡s probablemente en el horrendo contexto que vivimos: si bien los militares recibieron orden, a œltima hora, de no sacar nada de la casa, ya hab’an violado los computadores y archivos y hab’an filmado archivos, personas y lugares, elementos que no pusieron en manos de la Fiscal’a y sobre los cuales la Fiscal afirm— que no asumir’a ninguna responsabilidad, pero que aunque con posterioridad sean entregados a la Fiscal’a ya habr‡n sido copiados y la Fiscal’a misma jam‡s podr‡ tener control sobre esas copias. Nos preguntamos: ÀquŽ preparan con ese material?, Àacaso centenares de casos del pasado no nos autorizan a imaginarnos lo peor? D) ÀQuiŽnes somos y quŽ hacemos? Nadie duda de que uno de los objetivos de toda acci—n represiva, arbitraria e ilegal, es causar un da–o en la imagen o reputaci—n de las personas o entidades afectadas. No es la primera vez que se trata de causar un da–o moral a nuestra Comisi—n. En ocasiones anteriores lo hicieron el diario El Tiempo, el diario La Prensa, el periodista Plinio Apuleyo Mendoza secundado por la cadena RCN, el General Harold Bedoya y el General Alvaro Valencia Tovar, en todas estas ocasiones como censura a denuncias que hicimos sobre cr’menes horrendos que involucraban a miembros o a unidades de las Fuerzas Armadas. Todos ellos esgrimieron la tesis, expl’cita o impl’citamente, de que si denunci‡bamos cr’menes de Estado era porque nos identific‡bamos con la subversi—n. El poder de todas estas personalidades y Medios sobre el manejo de la opini—n pœblica nos coloc— siempre en situaci—n de indefensi—n, pues siempre se negaron a rectificar y a reparar el da–o causado. No obstante la cadena de estigmatizaciones, nuestra identidad se mantiene inmodificable y debe reafirmarse cuando hechos como estos nos ponen en la mira de una "opini—n pœblica" casi siempre manipulada. La Comisi—n Intercongregacional de Justicia y Paz es un —rgano de la Conferencia de Religiosos de Colombia, creado en 1988. En su Consejo Directivo participan los Superiores y Superioras Mayores de 60 Congregaciones Religiosas. Atiende cuatro grandes ‡reas de trabajo: la informaci—n y denuncia sobre cr’menes de lesa humanidad; la asistencia jur’dica a v’ctimas o familias de v’ctimas; la asistencia humanitaria, particularmente a grupos de desplazados; la educaci—n en derechos humanos. Entre los proyectos que desarrolla cabe destacar el PROYECTO NUNCA MAS, cuya administraci—n est‡ a su cargo pero cuya direcci—n es compartida con otras 14 organizacio-nes no gubernamentales de derechos humanos y sociales, contando con el apoyo y financiaci—n de entidades no gubernamentales de 8 pa’ses. Este proyecto busca recuperar la memoria de los Cr’menes de Lesa Humanidad perpetrados en los œltimos 30 a–os, uniŽndose a un movimiento continental que busca los mismos objetivos en la mayor’a de los pa’ses de AmŽrica Latina. Sus fines se inscriben dentro de las recientes perspectivas de la Organizaci—n de las Naciones Unidas, de afirmar el derecho de los pueblos a salvaguardar la memoria de sus sufrimientos: * como condici—n ineludible para la conquista de la verdad, de la justicia y de la reparaci—n; * como camino obligado para la erradicaci—n de la impunidad, * como mecanismo necesario, tanto para que los cr’menes no se repitan en el futuro, como para que la sociedad del futuro no quede atrapada en los efectos destructores de los cr’menes del pasado. Si bien nuestra Comisi—n ha denunciado desde su origen las violaciones al Derecho Internacional Humanitario cometidas por grupos insurgentes, est‡ convencida de que las violaciones de los derechos humanos por parte de agentes del Estado revisten una gravedad mucho mayor, dado que desnaturalizan la instancia que deber’a ser garante del respeto a esos derechos y destruyen la fuente originante de legitimaci—n del Estado de Derecho; por eso, en toda su trayectoria, nuestra Comisi—n le ha dado prioridad a este œltimo tipo de denuncias. Nuestra Comisi—n ha incorporado, desde su origen, el trabajo de los laicos, y mantiene relaciones con organizaciones nacionales e internacionales que buscan la promoci—n y defensa de los derechos de las personas y de los pueblos, sin restricciones de ideolog’as o credos. Su fuente de inspiraci—n, sin embargo, as’ como sus criterios fundamentales de acci—n y de interpelaci—n permanente, los extrae del Evangelio y de la tradici—n cristiana. Recoge en su dinamismo y en su horizonte de inspiraciones, los carismas de numerosos fundadores y fundadoras de congregaciones religiosas que hicieron del pobre, del oprimido y de la v’ctima del poder, as’ como de la bœsqueda de la verdad, de la justicia y de la solidaridad, el centro y el criterio rector de su acci—n apost—lica, proyectando as’ en sus vidas y en las de sus familias religiosas la veta que consideraron m‡s sagrada y fecunda del Evangelio. E) Consecuencias previsibles de estos atropellos Al evaluar lo ocurrido y al pensar en sus efectos y consecuencias hacia el futuro, nos asaltan preocupaciones y dolores muy hondos: La violaci—n de los archivos magnŽticos del NUNCA MAS y su filmaci—n, hoy en manos de las fuerzas militares, cuya responsabilidad en numeros’simos de esos casos nadie ignora, nos duele profundamente. Gran parte de esa informaci—n nos fue confiada por familias y personas ps’quica y moralmente destruidas por esos cr’menes y presas del terror. Lo hicieron porque confiaron en nosotros, en nuestros valores y en nuestros principios, y porque creyeron que en nuestras manos esa informaci—n ser’a manejada con cautela, sin ponerlos de nuevo a ellos en alto riesgo. La violencia ejercida, absolutamente contra la ley, toc—, pues, la zona m‡s sagrada de nuestra relaci—n con las v’ctimas: la confidencialidad. Ninguna imagen m‡s patŽtica podr’a revelar lo que hoy sentimos como la de la violaci—n carnal, cuando la fuerza bruta rompe y pisotea el santuario sagrado de la intimidad, donde se elaboran y despliegan los m‡s delicados dinamismos de lo humano que bordean el misterio de la vida. Pero tal golpe brutal a la confidencialidad nos lleva a preguntarnos: Àc—mo puede una organizaci—n dedicada a la salvaguarda de los derechos humanos m‡s fundamentales cumplir su tarea, sin que el principio de la confidencialidad sea respetado? , Àc—mo es posible que los mismos victimarios tengan atribuciones para apoderarse de la informaci—n aportada por las v’ctimas, amparados en el simulacro de una "diligencia judicial" y encubiertos por una instituci—n supuestamente gestora de "justicia"? Esto nos revela la profundidad del abismo en que nuestro pa’s se encuentra, donde no se dan siquiera las condiciones y garant’as m‡s elementales para ejercer el DERECHO A DEFENDER LOS DERECHOS. Nuestras preocupaciones se dirigen tambiŽn a la seguridad de quienes fueron filmados e intimidados y de quienes continœan trabajando en el proyecto NUNCA MAS. ÀAcaso no es consciente el pa’s entero de las estrechas relaciones existentes entre las Fuerzas Armadas y los grupos paramilitares? ÀAcaso la estrategia paramilitar no mira justamente a garantizar la circulaci—n de informaci—n entre militares y paramilitares, para que Žstos ejecuten lo que aquellos no pueden sin ilegitimar profundamente al Estado? Nos preguntamos tambiŽn quŽ objetivo puede tener el elaborar una maqueta f’lmica de un inmueble. ÀPara quŽ otra finalidad puede servir, si no es para preparar asaltos o atentados? Nos preguntamos si la Fiscal’a tendr’a consciencia de lo que estaba haciendo. ÀC—mo podr‡ ahora reparar los da–os causados y evitar que los temidos efectos se lleven a cabo? Es su responsabilidad que ahora no puede eludir. El pa’s y el mundo sabr‡n que cualquier efecto nefasto de esta irresponsable e ileg’tima acci—n, ya sobre las familias de las v’ctimas que aportaron informaci—n, ya sobre los operarios del NUNCA MAS, ya sobre los miembros de las dem‡s organizaciones vinculadas a este proyecto, ya sobre quienes fueron filmados en los exteriores de la sede, ya sobre la sede misma, tienen responsables concretos: las Fuerzas Militares y la Fiscal’a. Dios y la Historia se lo demandar‡n. P. Javier Giraldo M., S.J. Hna. Isabel GutiŽrrez S.A.C. Hna. Libia Duque A.C.I. P. Carlos Julio Rozo C.M.F. P. Ulrich Kollwitz S.V.D. Hna, Nohemy Palencia O.P. Santafé de Bogotá, mayo 18 de 1998.
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