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Marmato presenta un espectáculo extraordinario. Cada día de la semana, cientos, sino miles, de mineros aparecen en la montaña llamada “El Burro”, donde viven los mineros con sus familias. Ellos trabajan en minas pequeñas extrayendo el oro como lo hicieron sus ancestros. También mantienen al pueblo de Marmato, que ha visto  el oro extraído de lo profundo de sus flancos desde antes de que el pueblo fuera fundado en 1537. GCG recibió una licencia del gobierno colombiano para explorar allá el oro y propone arrasar el pueblo de Marmato, forzando así a sus habitantes a reubicarse en un pueblo en la base de la montaña. Así se acabaría el acceso de los mineros artesanales a las minas que los han sostenido  a ellos y a sus familias por tanto tiempo.

Este plan de la GCG violaría un reglamento de los años 1950 hecho por el gobierno colombiano por medio del cual se proveía el área por encima del valle como de reserva para los mineros artesanales mientras que el área de las tierras bajas estaría disponible para las actividades mineras a gran escala. Lo que propone la administración Santos es que los pequeños mineros obedezcan las mismas reglas que se usan para las grandes compañías, y obtener los títulos de sus minas. Es ilógico forzar a estos pequeños mineros a llenar los mismos requisitos de la minería a gran escala, especialmente porque tanto los impactos ambientales y sociales, como las ganancias y las protecciones ofrecidas por el estado, son muy distintas. Estas exigencias lo que demuestran esencialmente es una guerra contra los pequeños mineros. Muchos de estos mineros en Marmato, debido a los nuevos requisitos, han perdido su derecho legal a trabajar en las minas que han sido el sustento de ellos y de sus familias por generaciones.

Marmato tiene una gran importancia histórica para América Latina. Simón Bolívar hipotecó el oro de Marmato a Inglaterra a cambio de fondos que usó para equipar el ejercito con el que ganó la independencia de España. Así, Colombia, Bolivia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, en cierto sentido, deben su independencia al oro de Marmato. Ubicado en lo alto de la montaña, Marmato ofrece una vista espectacular del valle del río Cauca al fondo, contrastando con la cadena de montañas en el horizonte. 

Los mineros artesanales de Marmato organizados en el Comité Cívico junto con otros miembros de la comunidad, están decididos a resistir los planes de minería a cielo abierto. El párroco de Marmato, el padre José Reynel Restrepo, expresó su solidaridad con el Comité, diciendo que se resistiría a trasladar su iglesia aún a costo de su propia vida. El 1 de septiembre de 2011 fué asesinado conduciendo su motocicleta, cuando regresaba a Marmato de otro pueblo cercano. No está claro si el padre Restrepo fué asesinado  por su oposición a la mina a cielo abierto, pero el hecho de que la motocicleta no fué robada cuando lo asesinaron, podría ser un indicio fuerte de que el robo no fué la causa de su asesinato.

El gobierno colombiano desea tanto tener inversión extranjera para actividades mineras que lo que ha hecho es aprobar prácticamente una entrega  del país a multinacionales como GCG. El país cobra solamente 4% en regalías para extraer oro. De manera que no solo Marmato sería destruído, y sus habitantes obligados a abandonar sus hogares y su forma de ganarse la vida, sino que también las riquezas del país serían virtualmente regaladas a compañías extranjeras.

Si quiere saber mas sobre Mamato  y ver la última entrevista al padre José Reynel, puede hacerlo en la conexión siguiente :